viernes, 18 de julio de 2008

COBOS Y LA AVICULTURA

Cuando parecía que no había más nada, se abrió el telón.
Tras 130 días de conflicto con el campo la Sra. Presidenta aceptó que era un tema para ser tratado por el Legislativo.
Y le fué mal, porque en diputados la ley fué aceptada por unos pocos más que los que la rechazaban, y en el Senado donde el oficialismo el primer día de sesiones tenía 48 miembros leales, la votación se empantanó en 36 votos para cada ala.
Tuvo que desempatar Don Julio Cleto Cobos, VicePresidente aliado, cuya alma no le cabía en el cuerpo, pero supo y pudo decir lo que hacía falta.
Dicen que Cobos puso los huevos. De ahí el título.

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Tampoco los elogios me harán perder la ecuanimidad.

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ACABO DE LLEGAR.

En realidad siempre estoy llegando.
Y cuando Uds. lleguen me encontrarán aquí, o en otra parte pero cerca.
Nunca me detengo, en realidad siempre estoy yendo.
Detenerse es dejar pasar el tiempo, moverse es despertar el tiempo adormecido.
Al fin y al cabo, adormecerse no está tan mal, pero por esas costumbres repetidas y transmitidas desde que los abuelos eran jóvenes, no hay que quedarse dormido.
Salvo cuando te mandaban a dormir, y uno no quería cerrar los ojos. Vale decir, dormirse no está bien, pero no hay que querer no dormirse.
Esto es lo que hace a la vida incomprensible. Casi todo lo que me gusta y divierte si no está prohibido, al menos está mal visto.

Jorge

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