viernes, 15 de mayo de 2009

Bestseller para el kamasutra cristiano de un sacerdote polaco

El celibato sacerdotal no ha impedido que obispos y curas comunes hayan incurrido en acciones vetadas por la jerarquía y la sociedad, desde casos aberrantes como violaciones y corrupción de jóvenes (mayormente varones) hasta relaciones circunstanciales y en algunos casos uniones permanentes o muy prolongadas, sin y con progenie.

La misma Iglesia que a través de sus sacerdotes obligadamente célibes imparte enseñanzas acerca de la forma de crear, criar y educar a una familia, hoy nos sorprende con un cura que suponemos será respetuoso del celibato autoimpuesto, que imparte métodos, sistemas, y técnicas para enriquecer la vida sexual de sus fieles basándose no solamente en lo espiritual sino enseñando como proceder en la cama.

El hecho de no ser católico me permite considerar el tema sin prejuicios si me atengo a los hechos como me llega la información mediática.

Es evidente que aceptar prohibiciones para luego violarlas no es una regla apropiada para miembros de una institución cuyo predicamento en la sociedad es enorme y sin parangón.

La nota de hoy trata sobre una persona que pretende enseñar tácnicas sexuales, sin poder demostrar su experiencia personal al respecto. Por decir lo menos, creemos que se trata de un caso de ejercicio ilegal de la medicina.

Los católicos en su mayoría deploran estos desvíos. La forma de evitarlos sería cambiar las normas y adecuarlas a la realidad que están viviendo.

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Tampoco los elogios me harán perder la ecuanimidad.

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ACABO DE LLEGAR.

En realidad siempre estoy llegando.
Y cuando Uds. lleguen me encontrarán aquí, o en otra parte pero cerca.
Nunca me detengo, en realidad siempre estoy yendo.
Detenerse es dejar pasar el tiempo, moverse es despertar el tiempo adormecido.
Al fin y al cabo, adormecerse no está tan mal, pero por esas costumbres repetidas y transmitidas desde que los abuelos eran jóvenes, no hay que quedarse dormido.
Salvo cuando te mandaban a dormir, y uno no quería cerrar los ojos. Vale decir, dormirse no está bien, pero no hay que querer no dormirse.
Esto es lo que hace a la vida incomprensible. Casi todo lo que me gusta y divierte si no está prohibido, al menos está mal visto.

Jorge

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