lunes, 6 de abril de 2009

Abel Posse Sublimes "veloristas"

El articulista, Abel Posse, diplomático de carrera que por la índole de su profesión debe haber tenido oportunidad de recorrer velorios de personajes destacados en europa y américa nos aplica a los argentinos la categoría, que entiendo será máxima, de "sublimes veloristas".

Recuerda Posse los velorios de Eva Perón, de Hipólito Yrigoyen, el de Gardel, pero hubo otros velorios multitudinarios como el de Leguisamo, y el sorprendente por la enorme convocatoria del cantor de tangos Julio Sosa.

La atracción que ejerce la muerte sobre nuestra población es tal, que a contramano de lo que se estila en la mayoría de los países occidentales, cuando celebramos a nuestros próceres nacionales o a artistas prestigiosos lo hacemos en el aniversario de su fallecimiento y rara vez de su natalicio.

De la misma forma recordamos el 2 de abril consagrando la fecha como Feriado Nacional cuando se trata de una fecha negra y olvidable de la historia argentina, ya que nos recuerda la distadura militar y la derrota de nuestras fuerzas armadas en una guerra absurda desatada por aquélla. Porqué, entonces, el festejo.?

El 24 de marzo es otro feriado que enuncia una patología social celebratoria de los fracasos: porqué alimentar el jolgorio de días feriados cuando la fecha no merece festejos sino repudio y lamentos.

Desde esta modesta página pido a las autoridades que no fijen en el almanaque con un feriado la fecha de la muerte de Alfonsín, y al contrario recuerden en el futuro el onomástico del estadista demócrata. Celebremos el nacimiensto de un hombre que merece el recuerdo alegre y positivo, alejado del desgarro que produce la muerte.

2 comentarios:

  1. EL SUBITO alfonsinismo que apoderó la política confirma la función mielificadora de la muerte y la sentencia de Mitterrand: el pueblo francés tiene la misma pésima memoria que todos los pueblos del mundo.
    Acaso deseosos de ser ser recordados por nuestros éxitos y no por nuestros vicios, hacemos un prócer instantáneo de un muerto inminente: pobres los pueblos que precisan héroes, decía Benedetto Croce.
    Nadie ha recordado que con la hiperinflación comenzó la licuación de la moneda, y que como enseñó Juan B. Justo, el deterioro de la misma es la causa central de la pobreza. Tampoco se ha recordado la desinstitucionalización de la sucesión presidencial con la renuncia sin helicóptero del presidente Alfonsín, en medio de un caos social que no tiene precedentes y que sólo es comprable a la crisis de 2001.
    Tampoco se ha recordado que los negocios derivados de la política fueron fértiles también en la década del 80.
    En suma: si Carlos Saúl se muriera mañana, tendríamos que contratar multitudes de lloronas paraguayas para que se revuelquen junto a las Zulemas. Si logra demorarse 10 o 15 años, tendrá una capilla ardiente como la que deslumbró (cual coctel hotelero) a todos los argentinos la semana pasada.
    Daniel Herrendorf, herrendorf@arnet.com.ar

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  2. Gracias Daniel por publicar tu comentario. Con optimismo creo que el imprevisto fervor que despertó la muerte de Alfonsín, no fué alfonsinismo sino un brote de democracia, un decirle basta a Kirchner, y, porqué no, basta al peronismo que si no se lo detiene políticamente se está convirtiendo en religión fundamentalista.
    El peronismo hoy está tan dividido como su oposición, y su arco ideológico es tan amplio como el de sus oponentes.
    Deberemos aprender a rehacer la democracia que reverdeció Alfonsín, por encima de sus errores que fueron muchos cuando tuvo que enfrentar a los militares, un peronismo incivil
    y una CGT desbordada

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Tampoco los elogios me harán perder la ecuanimidad.

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ACABO DE LLEGAR.

En realidad siempre estoy llegando.
Y cuando Uds. lleguen me encontrarán aquí, o en otra parte pero cerca.
Nunca me detengo, en realidad siempre estoy yendo.
Detenerse es dejar pasar el tiempo, moverse es despertar el tiempo adormecido.
Al fin y al cabo, adormecerse no está tan mal, pero por esas costumbres repetidas y transmitidas desde que los abuelos eran jóvenes, no hay que quedarse dormido.
Salvo cuando te mandaban a dormir, y uno no quería cerrar los ojos. Vale decir, dormirse no está bien, pero no hay que querer no dormirse.
Esto es lo que hace a la vida incomprensible. Casi todo lo que me gusta y divierte si no está prohibido, al menos está mal visto.

Jorge

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