sábado, 4 de abril de 2009

José Luis Romero: Una historia ejemplar

Una historia ejemplar - lanacion.com

Me une a la memoria de José Luis Romero un hecho fortuito: mi padre fué compañero de "colimba" del humanista.

La Compañía en que hicieron tres meses de conscripción como "Aspirante a Oficial de Reserva" , categoría reservada a quienes tenían aprobados los estudios secundarios, unió en esa oportunidad a 99 soldados egresados de la Escuela Industrial de la Nación Otto Krause, y un bachiller.

La especialidad del regimiento era la de Comunicaciones, cuyos fundamentos eran materia conocida para los electrotécnicos recién recibidos. En un pase de lista se ordenó a la tropa que dijeran sus respectivas especialidades. Todos eran técnicos industriales menos uno que se declaró Bachiller en Humanidades. Obviamente era Romero.

Mi padre era un tipo muy curioso por lo que buscó al "extraño" para preguntarle por eso de las humanidades, y de la prolija descripción Papá aprendió el tema y Romero conquistó un admirador para toda la vida.

Por supuesto que esa relación me abrió las puertas para algunas charlas circunstanciales con el filósofo, a muchas de cuyas conferencias asistí con interés y de las cuales recibí ideas y conceptos valiosos. A mi pedido escribió JLR en la contratapa de mi libreta universitaria lo siguiente: "Cultura es la acumulación de conocimientos" Y la remarcó con su rúbrica.

JLR era hermano menor de Francisco Romero, militar y filósofo. Entiendo que fué mejor filósofo que militar. Así como no es casual que el hermano siguiera los mismos estudios que el hermano, menos casual resulta la incorporación del A.O.R. JL Romero a la Compañía que comandaba el Capitán F Romero.


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ACABO DE LLEGAR.

En realidad siempre estoy llegando.
Y cuando Uds. lleguen me encontrarán aquí, o en otra parte pero cerca.
Nunca me detengo, en realidad siempre estoy yendo.
Detenerse es dejar pasar el tiempo, moverse es despertar el tiempo adormecido.
Al fin y al cabo, adormecerse no está tan mal, pero por esas costumbres repetidas y transmitidas desde que los abuelos eran jóvenes, no hay que quedarse dormido.
Salvo cuando te mandaban a dormir, y uno no quería cerrar los ojos. Vale decir, dormirse no está bien, pero no hay que querer no dormirse.
Esto es lo que hace a la vida incomprensible. Casi todo lo que me gusta y divierte si no está prohibido, al menos está mal visto.

Jorge

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