Alfonsín continua hablando, al menos yo lo escucho. Nos habla de un deseo, de un proyecto de nación y de sociedad. El filósofo Kant dijo que la revolución francesa a pesar de su fracaso era una virtualidad permanente que los pueblos reactualizarían ya que despertaba entusiasmo, nos mostraba nuevamente el horizonte.
Comparto la tristeza de muchos argentinos, el hombre me despertaba simpatía, tenía calidad humana, no pensaba con el bolsillo ni era un cínico de la política, era una voz amable y auténtica.
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Tampoco los elogios me harán perder la ecuanimidad.
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