lunes, 15 de diciembre de 2008

TIRARLE ZAPATOS A ALGUIEN ES UNA GRAVE OFENSA

Nada más bajo que un zapato, que se arrastra por el suelo. Tirarle zapatos a la cara a alguien, es, entre los árabes, el mayor signo de desprecio. Tal vez Nikita Jrushov golpeando sobre el pupitre de la ONU con el taco de su zapato manifestaba desprecio. Lo que podemos decir de este incidente entre Bush y un periodista irakí ocurrido ayer en Bagdad es que Bush mantiene ágiles reflejos. Vea los reflejos de Bush.

El pobre periodista fué atacado salvajemente por la policía irakí casi a la vista de todo el mundo, y es posible que Bush hava oído los gritos del hombre castigado. Esa es la maldad de Bush, un hombre sin reflejos humanitarios.

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Tampoco los elogios me harán perder la ecuanimidad.

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ACABO DE LLEGAR.

En realidad siempre estoy llegando.
Y cuando Uds. lleguen me encontrarán aquí, o en otra parte pero cerca.
Nunca me detengo, en realidad siempre estoy yendo.
Detenerse es dejar pasar el tiempo, moverse es despertar el tiempo adormecido.
Al fin y al cabo, adormecerse no está tan mal, pero por esas costumbres repetidas y transmitidas desde que los abuelos eran jóvenes, no hay que quedarse dormido.
Salvo cuando te mandaban a dormir, y uno no quería cerrar los ojos. Vale decir, dormirse no está bien, pero no hay que querer no dormirse.
Esto es lo que hace a la vida incomprensible. Casi todo lo que me gusta y divierte si no está prohibido, al menos está mal visto.

Jorge

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